domingo, 14 de agosto de 2011

Florence

Florence la felicidad la golpea como una bala en la cabeza. A mí, los días de perro no se me terminaron. No hay caballos que vengan. No tengo nada que ocultar, nada que callar. Solo escucho ruidos de autos, sirenas, gente y celulares. No necesito correr por mi madre o por mi padre, ni por mis hijos o hermanos. No tengo por qué dejar mi amor detrás. Porque no hay amores que dejar. Solo soy yo, caminando por la calle, con frio, solo.

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