jueves, 21 de julio de 2011

Click

La ropa está sobre la cama, la cocina sin lavar, yo todavía ni me cambie... Faltan cosas para llenar el bolso, no se, los perfumes, las zapatillas, un par de cintos y alguna chalina. También llevo la notebook y un libro de Marilyn Monroe que estoy leyendo, es como una biografía, pero construida a través de textos, poemas y anotaciones que ella hacía.
Dicen que cuando te repetís muchas veces algo comenzas a creer que es verdad, bueno, mi cabeza no para de repetirme "Tu vida es un desastre", las 24 horas, los siete días de la semana, en algún punto me salí de foco, perdí la visión de mis prioridades, o por lo menos de las prioridades que los demás depositan en mi. En algún punto dejo de importarme lo que debería importarme, la facultad, es un ejemplo. No me quejo, tengo todo lo que puedo necesitar y más, la gente que me rodea es espectacular, la carrera me encanta, pero, al mismo tiempo no puedo evitar sentirme vacío, me da miedo admitir que las cosas están saliendo muy mal, me da miedo decírselo a la gente, que espera cosas de mí, me da miedo decirles, "Fracasé, en todo".
Creo que el humano es un ser estúpido, una vez que consigue algo lo desvalora y empieza a tramar que puede conseguir después. Este año conseguí muchas cosas, una vida de facultad, una mejor relación con mi familia, un nuevo grupo de amigos... Pero al mismo tiempo no dejo de compadecerme por lo solo que estoy, por lo injusto que es el hecho de que no tengo novio, por lo injusto que es que la única persona que me interesó me haya hecho pensar que podríamos haberlo tenido todo para luego haberme dado la espalda, sin explicaciones, sin advertencias.
Los que me rodean no paran de repetirme que mis fallas se deben a los malos métodos que tengo, quizás necesite un cambio de perspectiva, un giro, un nuevo comienzo. Pero ¿cómo frenar si mi auto se mueve a 180 por hora? ¿Cómo cambiar sin dejar algo atrás?
Hoy hago un viaje, me voy de la ciudad, me voy de esta locura de mundo, donde la regla de oro es "dime cuanto tienes y te diré cuanto vales", me voy a un pueblo, al de mi abuela, donde soy el extranjero, el de ciudad, el que tiene ropa rara y es superficial. Espero que este viaje me cambie, para bien... ¿Nunca escucharon alguna entrevista, en la que la persona cuenta un episodio de su adolescencia y lo señala como el punto de quiebre, el click, el momento en el que toda su vida cobró significado y gracias a eso logró cambiar? Yo siempre espero ese momento, espero el momento en el que mi mente me diga que es hora del cambio, que es  hora de ser mejor, de estar mejor. Aunque sé que nunca va a venir, y qué algún día yo tenga que hacer ese click por mi cuenta. Pero mientras, espero, espero el click.

jueves, 14 de julio de 2011

Irresponsable

Siempre es lo mismo conmigo, siempre todo a último momento. Dicen que vivir al límite tiene un lado excitante, la verdad, a veces se torna algo agobiante. Benjamin Franklin dijo: "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", siempre prensé que era un pelotudo, todo bien con que haya descubierto la electricidad y sea un padre fundador y esas cosas que aman los estadounidenses. Pero, en serio, jamás utilizaría mi tiempo para adelantar trabajo. Mal por mí, lo sé, me lo dicen todos, psicólogo, amigos, familiares, esa frase taladrante cual pájaro de Twistos "Tenés que organizarte más", acompañada de la siempre fiel "Comprate una agenda". Bien, primero que todo, es el siglo XXI, usar agenda es tan del 1999, ahora lo hot es usar iPads, iPods o simplemente lo que venga en tu teléfono. Cargar una agenda, por muy linda que sea, me resulta una estupidez, además mi escritura a mano está principalmente compuesta por jeroglíficos. Lo segundo es que todo parece una cruel ironía, mi pieza está ordenada, los archivos de mi computadora en carpetas, la música del iTunes prolija, mi persona misma destila organización. Sin embargo esto no se extiende al trabajo, no puede poner objetivos de lectura, fechas límite o cosas así. Simplemente NO. xoxo J.F.S